Santa María Rosa Molas vivió la pobreza no como renuncia estéril, sino como una elección libre de amor, desprendimiento y fe. Confiaba plenamente en que Dios no abandona a quienes ponen su vida al servicio de los demás.
La virtud de la pobreza nos libere del egoísmo y nos enriquezca con la alegría de compartir.
¿Te aferras a la necesidad de seguridad o confías en que Dios provee cuando el corazón se abre al servicio generoso?