María Rosa vivió en una profunda escucha atenta, abriendo su corazón al Espíritu, a la Palabra y a quienes la rodeaban. Eso significa obedecer. Escuchar activamente es silenciarse interiormente para comprender y consolar, cuidando la vida con palabras, gestos y actitudes.
Su ejemplo nos invita a volver a la Palabra y obedecerla con auténtica disposición, es decir escuchando.