La fortaleza no solo se manifiesta en los momentos más duros de la vida; es una virtud que se cultiva día a día, en lo pequeño, en los acontecimientos cotidianos… Es un acto de amor sostenido, de voluntad que no se rinde.
La Madre María Rosa Molas, regalaba consuelo y palabras de esperanza cada día, sin descanso, irradiando una fortaleza serena, nacida del amor profundo y de la entrega sin límites.