Con su abnegación, María Rosa se da cuenta de que no es nada, porque sabe que todo pertenece a Dios y proviene de Él. Como Jesús, el dolor de sus hermanos y hermanas se apodera de su corazón. Usa todos los medios posibles dentro de su ámbito para apoyar la esperanza que los pobres han perdido.
¿Vives con el corazón arraigado en Dios, de quien dependes?