Santa María Rosa Molas fue una mujer profundamente prudente: sabía discernir con serenidad, hablar con oportunidad, y actuar con caridad. Su prudencia no fue miedo ni pasividad, sino una sabiduría nacida de la oración, el silencio y la escucha de Dios y de los demás.
Su vida nos enseña que ser prudentes es aprender a leer los signos del corazón y del tiempo con los ojos de Dios.
¿Tu prudencia te encierra en la duda o te impulsa a actuar con sabiduría, respeto y verdad?