María Rosa vivió la caridad en una entrega de amor profundo como acto de cuidado: “Solo deseo que el pobre sea servido y Dios alabado”. Y lo hizo con la palabra que consuela, el gesto que protege, el perdón adelantado y la actitud que dignifica; en definitiva, cuidando la vida.
¿Aceptas el reto de cuidar la vida con la mirada puesta en el hermano como imagen viva de Jesucristo?